Ella no entendía que en la vida nadie
dice “lo siento” antes que “te odio”. Ella era intensa, tenía
un corazón que no le cabía en el pecho. Era valiente, y sabía
serlo. Era capaz de ayudarte aunque no fuese a beneficiarse de ello.
Porque dentro lleva luz. Con una sonrisa era capaz de iluminar el más
gris de tus días. Porque perderse en una conversación con ella era
encontrar el dorado.
Sabía hacerse adictiva, hacerse indispensable.
Entendía el sufrimiento, y por eso sabía como no hacértelo
entender. Porque ella no era como los demás. Ella nunca hacía algo
que no quisiera que le hicieran. Sabía ser sentimental, mirarte con
tanta profundidad que entendías al instante que te entendía, y que
lo sentía. Pero también era divertida. Era una noche de verano.
Imprevisible, impensable. Indispensable. Hace que te sientas
afortunado por estar cerca. Consigue que quieras saber cada día más,
conocerla tanto como puedas. Necesitas hacerle entender todo, hacer
que vea la suerte que es tenerla. No todo el mundo es como ella, no
todos son luz. Y a la oscuridad le cuesta aceptar la luz. Por eso
intenta hacerle entender que no es buena, que hace cosas mal. Y a la
luz le cuesta entender la oscuridad, y cree poder tener la culpa de
todos esos problemas.
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